El mito de Parsifal y la leyenda del Grial

Programa de Parsifal de la Opera Real de Estocolmo, 1995. Traducción de Claudio Briones.

El mito de Parsifal y la leyenda del Grial, por Gunilla Petersén

 

grial

 

La leyenda del Grial ha fascinado a poetas e investigadores durante siglos. No existe una interpretación única, que pueda explicar de dónde viene y cómo. Algunas teorías van hasta la antigua Grecia y Egipto y encuentran los orígenes del mito del Grial en antiguos cultos, los cuales en su mayoría versan sobre la muerte de un dios, la resurrección y la ceremonia en el templo del Grial, por tanto le consideran como un vestigio de una malograda iniciación en un rito de fertilidad.

Dentro de la liturgia de la iglesia cristiana, la procesión de los caballeros del Grial puede tener similitudes con la comunión. Dentro del ritual de la iglesia bizantina, la ceremonia del Grial tiene paralelos con la acción del sacerdote de preparase para la comunión, enterrando simbólicamente un cuchillo (llamado la lanza sagrada) en el pan para la comunión. Se ha visto también a la Narración del Grial como un símbolo del tránsito del Antiguo al Nuevo Testamento, en donde el castillo representaría al Templo de Salomón, y donde el cáliz (o la piedra según algunos) que producía comida y bebida, vendría a ser las tablas de la ley y el maná, mientras que la lanza sería el báculo de Aarón.

Otra teoría está inspirada por leyendas iraníes, en donde una figura misteriosa (que conducía una hueste de demonios contra los poderes celestiales) fue herida y cayo a la tierra, y que luego, enferma y sin fuerzas, hubo de esperar a que su nieto tomara su lugar en la batalla y venciese. Recién entonces era liberado de sus sufrimientos. Esta leyenda tiene, a la vez, sus raíces en la escuela filosófica dirigida por Hermes Trismegisto en el Egipto helénico, una teoría – llevada a occidente por los árabes- que dice que la Sagrada Sabiduría llegó a la tierra desde el cielo en forma de un gran cáliz, y que si alguien era sumergido en él, obtendría toda la sabiduría terrena, algo así como una ceremonia de bautismo para el intelecto.

También se pueden detectar fuentes para el mito del Grial en las antiguas fiestas de la vida de la India, en donde a la luna y al sol se le atribuían estar llenos de una bebida vivificante, y en las cuales también se ensalzaba a Indra, dios del trueno y la lluvia, portador de una lanza (un antiguo símbolo de fertilidad).

En los últimos tiempos se han encontrado posibilidades de otros orígenes , más que nada por medio de varios detalles procedentes de la mitología celta. Fragmentos que aún hoy están en la antigua literatura irlandesa y galesa. Aquí, el Grial es una fuente fantástica (en forma de copa, plato o cuerno de bebida), que alimenta a sus “usuarios” eternamente, y a veces incluso les da vida eterna. En la colección de leyendas celtas Mabinogion, que fue editada durante el siglo XIX, pero que estaba basada en las leyendas medievales de Gales, encontramos también lanzas mágicas, o lanzas que sangran. En estas historias, el Rey del Grial es herido en la cadera, y dado que ya no puede ni cabalgar o cazar, comienza a dedicarse a la pesca, siendo llamado desde entonces “El Rey Pescador”. Esto, al mismo tiempo, le relaciona con un ser sobrenatural en la flora de la mitología galesa llamado “Bran, el bendito” y a la divinidad irlandesa de “Naudu”, cuyo nombre significa “pescador”. Ambos personajes poseen una espada y un recipiente de poderes sobrenaturales.

Según la tradición celta, la impotencia sexual de un regente (o su conducta inmoral) pueden llevar a la decadencia de todo cuanto esté en su cercanía: seres humanos, animales, naturaleza, etc.; el mismo tipo de sufrimiento e impotencia que afectó al reino del Grial, debido al castigo de los pecados del rey Amfortas: la herida que nunca sanara. para poder curarle debe aparecer un extraño y formular una o varias preguntas especiales. Este tema también aparece en la tradición narrativa irlandesa y galesa.

Y es aquí que encontramos por primera vez la figura de Parsifal, como uno de los caballeros de la mesa redonda del Rey Arturo. El mitológico y heroico rey de la lírica celta temprana. Una saga que alcanzó Francia gracias a las relaciones existentes entre ambas zonas, especialmente luego de la invasión normanda a Inglaterra en 1066. El rey Arturo y sus caballeros estaban constantemente a la busca del Grial, al cual se le atribuían poderes sobrenaturales. El verle descubierto se consideraba el mayor objetivo de su búsqueda.

Que el primer, y por lo demás principal, poeta del Grial: el francés Chrétien de Troyes tuviese contacto con el mito de Arturo y sus caballeros, no es por tanto extraño, dado que los poetas de la corte acompañaban a menudo a sus señores al otro lado del canal. Chrétien nació en 1150, y luego de estudiar leyes en una escuela latina, llego como poeta de la corte al servicio de la condesa Marie de Champagne, hija de Luis VII de Francia y Leonore de Poitou. En 1181 moría Henry, esposo de Marie y Chrétien hubo de cambiar señor, en beneficio del conde Philipp de Flandes, a quien dedico su novela de Parsifal. Chrétien murió antes de 1190, dejando varias novelas caballerescas en verso, las cuales tomaban diferentes episodios de la saga artúrica, por ejemplo: Erec (1165), Philomena (1166), Marke e Isolde (1170), Cliges (1171-1172), Lancelot (1175), El caballero del león (alrededor de 1177) y Perceval o el cuento del Grial (alrededor de 1181-1187)

El Perceval de Chrétien recibió el apodo de “El galés”. Este Perceval creció en un bosque solitario junto a su madre Herselojde, la cual había perdido a su marido y dos hermanos mayores en combates. A su hijo Perceval no le cuenta absolutamente nada de su origen o de lo que ocurre en el mundo fuera del bosque. Lo primordial para ella es mantenerle lejos del mundo de la caballería, un mundo que ella obviamente aborrece. Pero así es como un día Perceval se encuentra con unos caballeros en el bosque y se haya totalmente encantado de estas “apariciones. A pesar de las advertencias de su madre, Perceval se decide a partir con rumbo a la corte del rey Arturo, para convertirse en caballero. En la corte todos se ríen de él, ya que no posee ni armas ni armadura, y más aún porque no recuerda su nombre. Entonces él ha de marcharse.

Luego de matar, en defensa personal, a un caballero desconocido y ponerse su armadura, Perceval arriba donde el viejo caballero Gornemant de Goort, que le da una cálida bienvenida y a su tiempo le enseña el como usar las armas y le arma caballero.

Luego de cinco años (y una cantidad de aventuras, entre ellas una visita al castillo del Grial), Perceval ha perdido parcialmente la memoria. Cuando él, un día de Viernes Santo, totalmente armado se encuentra con un grupo de peregrinos, estos le aconsejan el buscar un ermitaño en las cercanías, y allí encontrar expiación y respuestas a sus preguntas. Acerca del futuro de Perceval ya no podremos saber más, porque Chrétien falleció antes de concluir el poema. Pero fueron muchos de los poetas franceses contemporáneos que se sintieron llamados a completar el poema. Conocemos así Gawain Continuation, Perceval Continuation, Manessier Continuation y una cuarta continuación, probablemente escrita por Gerbert de Montreuil.

En Manessier Continuation se hace una relación por primera vez con respecto al motivo cristiano, cuyo origen se halla en un ciclo de poemas de alrededor de 1215 por Robert de Boron, quien vivió en Inglaterra, pero originario de Franche-Conté en Francia suroriental. En este ciclo, el Grial es descrito como el cáliz del cual Cristo bebió durante la última cena, y también en el cual (según el texto apocalíptico de Nicodemus, del siglo III) José de Arimatea recogió la sangre de Jesús, cuando este fue crucificado. La lanza sangrante vendría a ser la lanza que el soldado Longinus enterró en el costado del Redentor para controlar si ya había muerto.

La descripción del Grial existente en la narración de Chrétien de Troyes supone ser una alusión a la custodia, es decir, el recipiente en donde se resguarda el pan consagrado de la comunión en el servicio católico.

Todas las versiones ya nombradas forman la base literaria para la Epopeya en verso Parzival de Wolfram von Eschenbach, el poema medieval más significativo sobre el tema, y además la principal fuente de inspiración para Richard Wagner. Wolfram nació alrededor de 1170 en Ansbach, Baviera, en condiciones muy pobres. No sabia ni leer ni escribir, pero eso no le impidió ser poseedor, se dice, de una fantástica memoria. Siempre tenía a alguien que le leyese en voz alta las novelas de caballería francesas, luego el transformaba los textos en su cabeza y los dictaba luego a un letrado. Debido a su pobreza, estuvo siempre necesitado de la benevolencia de sus protectores, lo cual le permitió viajar mucho, permitiéndole también estar al servicio de diferentes cortes alemanas, por ejemplo la del conde de Turingia en Wartburg (en donde le encontramos en el Tannnhäuser wagneriano). Pero von Eschenbach no se sentía precisamente orgulloso de su obra literaria. En cambio su felicidad fue extrema al ser armado caballero, ya que lo que tenía valor para él eran la espada y la lanza, no su poesía.

Su gran epopeya Parzival cubre 24.810 versos y fue escrita entre 1200 y 1210. Además dejó inconclusos un Willehalm y un Titurel, de más o menos 1220. Probablemente él también moría este año.

Parzival, de Wolfram von Eschenbach, en muchos aspectos, es muy cercano al Perceval de Chrétien de Troyes, con la diferencia que Eschenbach continúa la historia hasta que Parzival es coronado como el nuevo Rey del Grial, realiza la “importante pregunta” a Amfortas, cura su herida y redime a Kundry. Además podemos saber que él se casa con Konwiramur y engendra dos hijos. Uno de ellos será Lohengrin…

Un diferencia importante, de todos modos, existe entre Chrétien y Wolfram. El primero describe el Grial como un recipiente, el segundo como una piedra “del origen más puro” con propiedades mágicas. Es difícil el contestar a la pregunta de porque Wolfram realizó este cambio, pero existen opiniones que dicen que él habría recibido inspiración del Apocalipsis (capítulo 2, versículo 17) en donde dice: “Aquel que gane la victoria, a él será a quien yo entregue el maná oculto, y a él le daré una piedra blanca, y un nuevo nombre estará escrito en la piedra, un nombre que nadie conoce, exceptuando a quien lo porta”.

Existe otra interpretación del mismo tema, apoyada entre otros por la abadesa y mística Hildegard von Bingen en el siglo XII, en la cual el Grial seria una piedra que cayó a la tierra del vestido o corona de Lucifer.

Aún otra tradición dice que el Grial , debido a su cualidad de luz y fuego seria un meteorito caído del cielo. Wolfram von Eschenbach cuenta que cada Viernes Santo, una paloma descendía del cielo y depositaba una ostia en la piedra, de forma que esta mantuviese sus poderes mágicos. Porque el Grial puede producir toda la comida y bebida que sus servidores deseen, curar todas las enfermedades, y a todos quienes le contemplan concederles vida eterna. El Grial muestra varias inscripciones y especialmente una indica quien es la persona que ha de servirle. La piedra, según Wolfram, estuvo primero en el cielo, entre las estrellas, pero fue conducido a la tierra, en donde fue resguardado por Titurel.

Para Wolfram, el Grial no es una reliquia cristiana, en cambio sus relaciones religiosas simbolizan primordialmente la bendición divina sobre la caballería. Pero durante las interpretaciones del siglo XIX sobre la obra de Wolfram, hechas por Albert Schulz y Karl Simrock (ambos leídos por Wagner), el Grial es interpretado como el cáliz de la Última Cena. Y la lanza que hirió a Amfortas, vendría entonces a ser la lanza de Longinos en el Gólgota. Sería de Schulz que Wagner tomaría la idea de ubicar el castillo del Grial (Monsalvat) en el norte de España.

La concepción cristiana del Grial es la que quizás entendamos y adoptemos más fácilmente. Pero también aquí existen diferentes teorías acerca de que ocurre con el cáliz y la lanza, luego que José de Arimatea os guardase bajo su custodia. Se dice, por ejemplo, que luego de haber dado sepultura a Jesús, José fue encarcelado por los judíos, recibiendo allí visita de Jesús y luego fue descubierto por Tito. Para ese entonces había estado encerrado en la cárcel 40 años, y durante todo ese tiempo su único alimento había provenido del cáliz, que probablemente había recogido la sangre de Cristo. Luego se iría José como apóstol a Britania, llevando consigo el cáliz, que pronto desaparecía para volver a reaparecer más tarde en el Castillo del Grial.

Otra teoría dice que luego de guardar el cáliz y la lanza, las reliquias fueron conservadas en Jerusalén. El cáliz en la basílica construida por Constantino sobre el Santo Sepulcro y la lanza en la iglesia de Sión. Durante la destrucción de Jerusalén, en el siglo VII, ni siquiera estas reliquias fueron perdonadas. Durante siglos se tenía la esperanza de reencontrarlos, más aún durante el tiempo de las cruzadas, más pensando que la lanza y el Grial fueron las insignias sobrenaturales por excelencia de los caballeros. Aquí nos cuenta la leyenda del Grial como la lanza y el cáliz son reencontrados de una manera fantástica y entregados a la custodia de Titurel. Este reunió a su alrededor a una hermandad sagrada que cuidaría del Grial, y construyó el castillo de Monsalvat en un sector inaccesible de las montañas, de forma que sólo los elegidos pudiesen llegar hasta el Grial.

Lo que más despertó el interés de Wagner en la epopeya en verso de Wolfram von Eschenbach fue probablemente la mezcolanza de elementos cristianos y orientales, los cuales desarrollo aún más. La muchachas flor, por ejemplo, no se encuentran en el texto de Wolfram, sino que la inspiración la obtuvo Wagner de la literatura budista, entre otros de la Leyenda del iluminado, que cuenta como el iluminado meditaba bajo un árbol y logró resistir las tentaciones (en forma de seductoras muchachas portadoras de flechas transformadas en flores) de un malvado demonio.

Wagner había también alguna vez comenzado a escribir un drama budista: Der Sieger (El vencedor), pero esto fue finalmente desechado en favor de Parsifal. Por razones etimológicas llamó a su ópera Parsifal, en lugar de Parzival (como Wolfram von Eschenbach). Esto justificándolo como recogido de la introducción de al edición de Lohengrin del escritor J. Joseph von Görres. En esta introducción se desarrollo una etimología (no comprobada) en la cual “fal parsi” vendría del árabe y significaría “loco casto”.

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